¿Por qué no debemos automedicarnos con antibióticos?
¿Cuántos pensamos inmediatamente en antibióticos cada vez que estamos con una gripe? ¿O, incluso médicos que recetan antibióticos sin tener antes los resultados de un test para determinar que bacterias están ocasionando el problema? La resistencia a antibióticos es un problema de salud pública que pone en riesgo a toda la población. Nos gustaría comenzar este artículo con una pregunta fundamental: ¿Qué son los antibióticos? Los antibióticos son fármacos que se usan para prevenir y tratar infecciones bacterianas (1). Entonces, si los antibióticos atacan a las bacterias, ¿por qué usaríamos antibióticos para tratar alguna enfermedad de origen viral (como la influenza)? La respuesta es, nuevamente, por falta de información. Los antibióticos no son capaces de aliviar una enfermedad causada por virus, porque están dirigidos a atacar a las bacterias. Pero, la pregunta más importante sería ¿qué riesgos generamos al tomar antibióticos inadecuadamente? Las bacterias son organismos muy versátiles, con una alta tasa de mutación en su genoma. Además, las bacterias no solo transmiten fácilmente genes a sus descendientes (por división celular), sino también a las bacterias vecinas (esto ocurre por medio de un proceso llamado conjugación bacteriana o también mediante la transformación-integración de genes de otras bacterias, en el genoma del receptor-), volviendo este panorama aún más impredecible para el desarrollo de fármacos (2).
Figura 1. Esquematización del proceso de conjugación bacteriana: una bacteria es capaz de pasar información genética a través de plásmidos (Círculo rojo) a otras bacterias.
¿A qué queremos llegar con esto? La dinámica es la siguiente: una vez que las bacterias están expuestas a los antibióticos, esto ejerce una presión selectiva muy grande que genera la aparición de alguna mutación que sea favorable para asegurar la supervivencia del microorganismo, un resultado que definitivamente no es deseable. Si bien muchas bacterias, tras ser tratadas con antibióticos, mueren; aquellas que poseen una característica diferente sobreviven, siendo resistentes a esta línea de antibióticos en particular.
Figura 2. ¿Cómo ocurre la resistencia a antibióticos? 1.- Hay muchas bacterias, unas pocas son resistentes. 2.- Los antibióticos matan a las bacterias causantes de la enfermedad, así como aquellas que protegen al cuerpo de infecciones (Ej. Microbiota intestinal), pero no a las resistentes. 3.- Las bacterias resistentes crecen. 4.- Algunas bacterias transmiten genes de resistencia a otras bacterias, volviéndolas resistentes al antibiótico. Esto causa más problemas (3).
Ahora, ¿Qué características determinan que una bacteria no sea vencida por cierto antibiótico? Los antibióticos tienen diferentes mecanismos de acción: la mayoría tiene como objetivo “bloquear” la función de moléculas que participan en procesos esenciales para el crecimiento de las bacterias; ya sea la síntesis proteica, la formación de la pared celular, entre otras. Entonces, si un antibiótico tiene como objetivo bloquear una molécula en particular, el que ocurra un cambio en esta molécula (por mutaciones, principalmente) puede hacer que la acción del antibiótico sobre ella ya no sea la adecuada. Precisamente, este es uno de los mecanismos moleculares que sabemos contribuyen a la resistencia a antibióticos. Aunque este no es el único mecanismo por el cual se genera resistencia a antibióticos, es el que está más relacionado al uso inadecuado e indiscriminado de dichos fármacos y al desarrollo de resistencia (4).
Otro de estos mecanismos se basa en la capacidad de las bacterias de eliminar el antibiótico de su interior. Para esto, la presencia de canales que generan la salida de las drogas hacia el exterior de la bacteria es indispensable. Al mantener a la droga fuera de la bacteria, este no es capaz de hacerle daño. Adicionalmente, algunas bacterias son capaces de modificar los antibióticos mediante la acción de enzimas. Por ejemplo, la penicilina es un antibiótico beta-lactámico. ¿Qué quiere decir esto? Pues, la estructura del compuesto tiene un anillo beta-lactámico (rojo),
por lo que su función es inhibir la biosíntesis de la pared celular bacteriana. Aquellas bacterias que tienen unas enzimas llamadas “beta-lactamasas” rompen el anillo beta-lactámico, lo que genera que la penicilina ya no tenga efecto sobre el proceso de formación de pared celular. Así, las bacterias logran sobrevivir a la exposición del antibiótico (5). Las mutaciones que ocurren en los genes que codifican a las beta-lactamasas, y que les permiten tener mayor actividad, también son responsables de niveles de resistencia cada vez mayores (6).
Además de lo ya expuesto, ¿qué evidencia sugiere que un mal uso de antibióticos estaría asociado con la resistencia? Un estudio del 2002 en Europa, asoció el incremento de cepas (bacterias) resistentes a antibióticos con mayores ventas ambulatorias de medicamentos; así como con la no adherencia al tratamiento (no terminar el régimen propuesto por el médico) (7). Algo incluso más alarmante proviene de un reporte del 2014
donde se sugiere que las muertes atribuibles a la resistencia a antibióticos (en distintas enfermedades) superarían aquellas ocasionadas por cáncer, para el año 2050 (8).
¿Cómo podemos ayudar nosotros a detener el acelerado progreso de la resistencia a antibióticos? La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tomar antibióticos sólo cuando sean recetados por el médico (no auto-medicarse); haciendo énfasis en la necesidad de completar todas las dosis; aun cuando los síntomas de la enfermedad se hayan aliviado. Además, es importante recordar que no debemos compartir antibióticos con otras personas, o usar antibióticos sobrantes de un tratamiento previo. Por último, debemos promover acciones para la prevención de infecciones (9), entre ellas: cuidar condiciones de higiene del agua, comida, y personal; evitar lugares donde ciertas enfermedades sean predominantes, etc.
Referencias:
World Health Organization. WHO’s first global report on antibiotic resistance reveals serious, worldwide threat to public health. Extraído de: http://www.who.int/mediacentre/news/releases/2014/amr-report/en/. 2014
Giedraitiene et al. Antibiotic resistance mechanisms of clinically important bacteria. Medicina, 2011. Vol 47, pp. 137-146.
Centers for Disease Control and prevention (CDC). Antibiotic resistance threats in the United States. Extraído de: http://www.cdc.gov/drugresistance/threat-report-2013/pdf/ar-threats-2013-508.pdf. 2013
Wright. Molecular mechanisms of antibiotic resistance. ChemComm, 2011. Vol 47, pp. 4055-4061.
Bush & Jacoby. Updated functional classification of beta-lactamases. Antimicrob. Agents Chemother, 2010, 54, 969–976.
Davies & Davies. Origins and Evolution of Antibiotic Resistance. Microbiol Mol Biol Rev, 2010. Vol 74, pp. 417-433.
Bonzwaer et al. The relationship between antimicrobial use and antimicrobial resistance in Europe. Emerg Infect Dis, 2002. Vol 8, pp. 278-282.
O’ Neill. Antimicrobial resistance: Tackling a crisis for the health and wealth of nations. The review on antimicrobial resistance, 2014.
World Health Organization (WHO). Antibiotic resistance. Extraído de: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/antibiotic-resistance/en/. 2015