¿Por qué nos deprimimos?
Las experiencias que vivimos pueden afectarnos de distintas formas. Ciertamente, a algunos más que a otros. Pero, ¿habrá alguna base científica que defina por qué nos sentimos así?
La depresión es un desorden multi-factorial, que se caracteriza por presentar síntomas como inhabilidad para sentir placer; constante tristeza; pérdida de interés; baja energía; pérdida o gananacia de peso; sentimiento de no merecer nada; insomnio (no poder conciliar el sueño) o hipersomnio (dormir mucho tiempo); dificultad para concentrarse o tomar decisiones; entre otros (1). Esta puede verse influenciada por factores biológicos, genéticos, rasgos de la personalidad y eventos en la vida de las personas. Ya que la depresión es tan compleja, no hay tratamientos que logren ser efectivos para todos los casos (2). En el mundo, un aproximado de 350 millones de personas sufren de depresión (3).
¿Cómo se origina esta enfermedad? La mayoría de los estudios apuntan a un desbalance bioquímico como base de la depresión. Sin embargo, aunque no se ha podido determinar una única causa, hay evidencia de que el desbalance de moléculas involucradas en la transmisión de señales neuronales tiene un protagonismo importante.
Cuando una persona se encuentra bajo estrés crónico, las neuronas de este individuo incrementan su tasa de actividad en el intento de “resolver” el problema. Sin embargo, cuando la persona no puede escapar de la situación que le genera dicho estrés (como ocurre en cuestiones de conflictos emocionales), el cuerpo puede verse afectado por el agotamiento de algún neurotransmisor (moléculas mediante las cuales las neuronas se comunican). Es esta disminución o pérdida en la comunicación adecuada entre neuronas la que podría ocasionar los síntomas típicos de la depresión mencionados líneas arriba (5).
Generalmente, la falta de dos neurotransmisores en particular, norepinefrina y serotonina, ha sido asociada a la depresión. La norepinefrina es un neurotransmisor cuya función es preparar al cerebro y el cuerpo para actuar frente a una situación de peligro. Aumenta el estado de alerta, permite enfocar nuestra atención, aumenta el ritmo cardiaco y la presión sanguínea. Existe evidencia que asocia desequilibrios en el sistema de norepinefrina con los síntomas de la depresión: las proyecciones neuronales de Norepinefrina inervan el sistema límbico, el cual ha sido implicado en la regulación de las emociones. Asimismo, ratones modificados genéticamente para mantener el sistema de norepinefrina aumentado presentaron protección a desarrollar conductas parecidas a la depresión inducidas por estrés. Además, el agotamiento experimental de norepinefrina en el cerebro resulta en un retroceso hacia síntomas depresivos, después de haber recibido tratamiento con antidepresivos (7). Por otro lado, la serotonina participa en muchas funciones cerebrales tales como la regulación del humor, respuesta a miedo, sueño, apetito, conducta sexual, entre otros (8). La evidencia que se tiene para pensar que la serotonina estaría involucrada en la depresión es: se han observado concentraciones reducidas del principal metabolito de la serotonina en el fluido cerebroespinal en pacientes con depresión; concentraciones reducidas de serotonina o su metabolito en el tejido cerebral post-mortem de pacientes con depresión o suicidas; así como bajas concentraciones plasmáticas de triptófano (principal precursor de la serotonina) en pacientes deprimidos; entre otras (9). Sin embargo, existen otras fuentes que contradicen esta hipótesis. Un estudio del 2014 que usó ratones modificados genéticamente para inhabilitarlos en la producción de serotonina encontró que estos ratones no tuvieron síntomas de depresión. Por el contrario, estos se tornaron más agresivos y compulsivos (10).
Escaneado de cerebro mostrando una reducción significante en la actividad de neurotransmisores en un cerebro con depresión. Mayo Foundation for Medical Education and Research.
Igualmente, existen estudios que encuentran asociación entre el desbalance de otro tipo de moléculas y la depresión. Por ejemplo, en lugares donde las horas de luz solar son reducidas, hay mayores índices de depresión. ¿Por qué? La exposición a la luz solar es necesaria para la correcta absorción de vitamina D. Se ha asociado la falta de vitamina D con depresión en individuos que sufren del “desorden afectivo estacional” (SAD, de sus siglas en inglés). Este estudio revela que la vitamina D tendría sitios de acción en el cerebro, médula espinal, pituitaria y otros tejidos endocrinos. De este modo, los efectos de la exposición a la luz solar estarían mediados a través de la acción directa de la vitamina D en el cerebro y tejidos endocrinos. Así, la intensidad de la luz y el tiempo de exposición mostraron ser factores importantes (4). Parte de la explicación por la cual la vitamina D tendría un efecto tan importante en la salud mental de las personas es que se ha visto que la falta de esta estaría asociada con una menor producción de serotonina en el cerebro (11, 12).
Sin embargo, no sólo la falta de algunas moléculas ha sido asociada con depresión. También se encuentra que la presencia de niveles elevados de ciertas otras tendrían un papel importante. Investigadores decidieron verificar si la acetilcolina (neurotransmisor) cumplía un rol en la depresión. Ratones con distintos niveles de acetilcolina fueron ubicados en un lugar con agua del que no puedan escapar, creando una situación de estrés para estos. Normalmente, en situaciones similares, los ratones tienen una reacción positiva al estrés y buscan continuamente una forma de salir de este. Sin embargo, aquellos ratones con altos niveles de acetilcolina y síntomas de depresión sólo se esforzaban por mantener sus cabezas fuera del agua. Adicionalmente, los investigadores trataron a los ratones que presentaron síntomas de depresión con anti-depresivos y se observó que estos ratones ahora constantemente buscaban escapar de la situación de estrés. Adicionalmente, se determinó que la región con mayores cambios era el hipocampo, parte del cerebro asociada con las emociones (6).
Asimismo, el cortisol juega un rol importante en el comportamiento de personas que sufren de depresión. El rol principal de esta hormona es mantener a las personas alertas, siendo su pico de segregación al despertar, al hacer ejercicios y en condiciones de estrés. Durante la depresión, el cortisol parece estar aumentado producto del constante estrés por el que pasan estas personas. Se analizó el nivel de cortisol en pacientes con depresión mayor, y se vio que este había aumentado en un 46% en la mitad de los pacientes que formaron parte del estudio (13).
En definitiva, las vías involucradas en la motivación y regulación del estado de ánimo no están del todo entendidas. Para proveer mejores tratamientos para la depresión, es necesario determinar y entender los sistemas bioquímicos involucrados en esta. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), y muchos otros profesionales dan algunas recomendaciones para sobrellevar momentos que nos causen dolor y superar la depresión: mantenerse en contacto con familiares y amigos cercanos, evitar la soledad, realizar actividades fuera de casa (incluso forzarse a hacerlo, ya que muchas veces no es la primera opción para las personas deprimidas), realizar ejercicio físico, entre otras opciones. A propósito, hay estudios que sugieren que la exposición a la luz solar, así como el ejercicio físico pueden ser factores que contribuyan a elevar los niveles de serotonina en el cerebro, y por tanto mejorar los síntomas de la depresión (14).
La OMS declara que “la salud es el estado de bienestar completo, tanto físico, mental y social; y no simplemente la ausencia de enfermedades”.
¿Consejo de NoisyScience? Es importante que siempre tengamos en consideración nuestra parte mental y emocional, y no ser ajenos a esta. A veces ponderamos en mayor grado a las enfermedades obviando el hecho de que ciertos problemas de índole psicológico también pueden influir de manera determinante en nuestro día a día. La ciencia continúa entendiendo los factores que inducen a que uno sea más o menos propenso a estados depresivos y sigue investigando cuáles son las vías bioquímicas a partir de las cuáles se desarrolla esta condición. Por nuestra parte, podemos decirles que una buena alimentación, realizar actividad física continuamente y estar enamorados de lo que hacemos diariamente incrementa nuestra capacidad de sobrellevar obstáculos y ser (algo que consideramos sumamente importante y característica del ser humano) resilientes.
Referencias:
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Ranganathan Lakshmi & Swaminathan S. Role of Biochemistry in Depression. Journal of pharmaceutical and biomedical sciences (J Pharm Biomed Sci.) 2013, January; 26(26):315-321. (Article no 11)
World Health Organization. Depression: A global public Health concern. Extraído de http://www.who.int/mental_health/management/depression/who_paper_depression_wfmh_2012.pdf?ua=1.
Stumpf & Privette. Light, vitamin D and psychiatry: Role of 1,25 dihydroxyvitamin D3 (soltriol) in etiology and therapy of seasonal affective disorder and other mental processes. Psychopharmacology, 1989. Vol 97, pp. 285-294.
Michigan Psycotherapy. A review of the biochemistry of depression. Extraído de: https://michiganpsychotherapy.com/wordpress/biochemical-depression
Smita Shukla. Uncovering the biochemical basis of depression. Yale Scientific, 2013. Extraído de: http://www.yalescientific.org/2013/05/uncovering-the-biochemical-basis-of-depression/
Stahl. Stahl’s Essential Psychopharmacology: Neuroscientific Basis and Practical Applications. 3rd ed. New York, NY: Cambridge University Press; 2008.
Stahl. Mechanism of action of serotonin selective reuptake inhibitors. Serotonin receptors and pathways mediate therapeutic effects and side effects. J Affect Disord. 1998 Dec; 51(3):215-35.
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Piwowarska et al. Serum cortisol concentration in patients with major depression after treatment with clomipramine. Pharmacological reports, 2009. Vol 61, pp. 604-611.
Young. How to increase serotonin in the human brain without drugs. J Psychiatry Neurosci, 2007. Vol 6, pp. 394-399.