Bebidas energéticas: ¿Realmente nos dan alas?
Hoy en día, las bebidas energéticas son un tema de mucho interés, no sólo para la población juvenil, sino también para los profesionales de la salud pública. A pesar de que muchas veces hayamos escuchado que el consumo de éstas puede tener cierto efecto perjudicial en nuestra salud, no es de extrañar que cada vez más personas las consuman, ya que la industria de bebidas energéticas está en auge. Prueba de ello es que en el 2006, se lanzaron casi 500 marcas nuevas de bebidas energéticas a nivel mundial. Sumado a esto, sus ventas en el 2012 fueron estimadas en más de 12.500 millones de dólares, lo que significó un aumento del 60% del 2008 al 2012 (1).
Debido a esto, creemos conveniente compartir con ustedes algunas investigaciones científicas que se han llevado a cabo para determinar la relación existente entre consumo de bebidas energéticas y nuestra salud.
¿Qué son las bebidas energéticas?
Las bebidas energéticas difieren en volumen e ingredientes típicos, pero la mayoría son bebidas carbonatadas endulzadas que contienen altos niveles de cafeína y otros ingredientes estimulantes, como por ejemplo taurina, guaraná, ginseng, glucuronolactona y vitaminas del grupo B (2).Son usadas comúnmente con el objetivo de contribuir a la estimulación mental, física y aumentar el sentido de alerta.
¿Pueden tener algún efecto en la salud?
Los riesgos para la salud asociados con el consumo de bebidas energéticas están relacionados principalmente con su alto contenido de cafeína. La FDA (Agencia de Alimentos y Medicamentos de EEUU) recomienda un consumo menor de 300mg de cafeína al día para un adulto , mientras que para adolescentes y niños no debe exceder los 100 mg/día y 2,5 mg/kg por día, respectivamente (3). Cabe señalar que, a pesar de que en promedio una bebida energética de 250ml tiene 85mg de cafeína(4), si se consumen de manera habitual, es muy fácil superar los limites recomendados ya que hay otros alimentos constituyentes de nuestra ingesta diaria que naturalmente contienen cantidades importantes de cafeína, tales como el café, el chocolate y el té. Se ha observado en diferentes estudios que una sobredosis de cafeína, proveniente del consumo excesivo de bebidas energéticas, puede causar palpitaciones, hipertensión, estimulación del sistema nervioso central, náuseas, vómitos, hipocalcemia marcada, acidosis metabólica, convulsiones (5) y, en casos raros, incluso la muerte (6, 7). Durante la adolescencia temprana (11-15 años) la deposición de calcio en los huesos se encuentra en su pico, sin embargo, se ha visto que la cafeína interfiere con la absorción intestinal de este mineral (8). En adultos también hay un aumento del riesgo de hipertensión arterial (9) y diabetes tipo 2, producido por el gran contenido de azucares simples y porque el consumo elevado de cafeína se ha visto asociado a una menor sensibilidad frente a la insulina (10). Entre las mujeres embarazadas, la ingesta de cafeína en dosis superiores a las recomendadas aumenta el riesgo de abortos espontáneos (11).
¿Qué pasa si las combinamos con el alcohol?
La FDA respondió rápidamente a tales preocupaciones revisando los datos científicos disponibles y la opinión de expertos sobre la combinación de bebidas energéticas con el alcohol. Después de tal revisión, se determinó que la cafeína era un aditivo alimentario inseguro e impredecible cuando se combinaba con alcohol (12). Estudios demuestran que mientras que el consumo de bebidas energéticas junto con bebidas alcohólicas reduce significativamente las percepciones subjetivas de algunos síntomas de intoxicación alcohólica (deterioro de la coordinación motora y el tiempo de reacción), no hay una reducción real en los efectos del alcohol sobre éstos. (13). Ésta subestimación de la intoxicación estimula un consumo mayor de alcohol, lo cual puede desencadenar en una serie de perjuicios para nuestra salud.
A partir de una revisión de la literatura, podemos decir que las preocupaciones en cuanto a los posibles efectos adversos para la salud del aumento del consumo de bebidas energéticas son ampliamente válidas. La potencial toxicidad aguda de la cafeína debido al consumo de bebidas energéticas puede ser mayor al de otras fuentes dietéticas de cafeína por el contenido tan elevado de ésta sustancia que poseen las bebidas estimulantes. Sumado a esto, estas bebidas son un factor de riesgo significativo al tener como público objetivo consumidores jóvenes, los cuales se encuentran en una importante etapa de crecimiento y desarrollo en la cual no suelen contar con la información adecuada.
Debido a los múltiples efectos perjudiciales en la salud que se han relacionado con el consumo de bebidas energéticas, organizaciones como la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Americana de Medicina, recomiendan restringir el consumo de estas bebidas entre los niños y jóvenes y limitarlo en los adultos, estableciéndolas como bebidas de consumo ocasional.
Imagen 1. Principales componentes de las bebidas energéticas (14).
BIBLIOGRAFIA:
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